Una semana después de las declaraciones de la secretaria de Energía, María Tettamanti, la propuesta de privatizar el Gasoducto Perito Moreno sigue generando debate en el sector energético. Este cambio de gestión, que busca emular modelos de concesión de los años 90, se perfila como una medida clave para atraer inversiones y solucionar los cuellos de botella en la infraestructura gasífera. Sin embargo, también expone desafíos regulatorios y la necesidad de un marco tarifario sólido.
Una estrategia de alivio fiscal
El plan del Gobierno de transferir activos de Energía Argentina S.A. (Enarsa) al sector privado refleja un intento por reducir las cargas del Estado y delegar responsabilidades de financiamiento y operación. La intención es liberar recursos públicos y enfocarlos en áreas estratégicas, mientras se espera que los privados asuman los riesgos asociados a la expansión del sistema.
Pero este enfoque plantea preguntas: ¿pueden los esquemas de concesión garantizar tarifas competitivas y accesibles para los usuarios? ¿Qué garantías ofrecerá el Estado para asegurar que la infraestructura sea ampliada conforme a la demanda?
El contexto internacional y su impacto local
En un contexto global de alta demanda de gas natural, el Gasoducto Perito Moreno podría posicionarse como un eje para alcanzar mercados clave como Brasil. Sin embargo, expertos advierten que los retrasos en la modernización de infraestructura energética podrían limitar la capacidad de Argentina para aprovechar esta oportunidad estratégica.
En paralelo, la competitividad del gas argentino enfrenta barreras regulatorias. Reformar normativas como la Ley 24.076 se perfila como esencial para flexibilizar concesiones y atraer grandes inversores.
El desafío de las tarifas
Un punto crítico será establecer un esquema tarifario que equilibre la rentabilidad de las concesionarias con la accesibilidad para usuarios y mercados internacionales. Tal como señaló Tettamanti, sin tarifas «justas y razonables», las inversiones necesarias para expandir el sistema podrían quedar estancadas. Esto ya se ha evidenciado en otros sectores, donde la falta de previsibilidad ha sido un obstáculo para grandes desarrollos.
Perspectivas hacia el futuro
Si bien la privatización del Gasoducto Perito Moreno es solo el primer paso, su éxito o fracaso podría marcar el rumbo de futuras transferencias de activos estatales. El modelo propuesto no solo buscará aliviar la presión fiscal, sino también atraer un flujo de capital que revitalice un sistema energético necesitado de innovación y expansión.
En este marco, la clave será cómo el Estado articule su rol regulador con el dinamismo del sector privado, un equilibrio que definirá si esta estrategia se convierte en una solución o en un nuevo desafío estructural.